Reflexiones sobre los clásicos: Rousseau

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jueves, 11 de noviembre de 2010

El espacio del estudiante

Reporte de lectura: El contrato social
Rojo Suárez Lucia

Rousseau destaca entre otros autores por la recopilación y apropiación de las diferentes ideas que manejan sus equivalentes de las diferentes épocas. Toma, sobre todo, varios conceptos y planteamientos de Locke. Sin embargo, Rousseau se acerca mucho en su metodología (incluso en redacción) a Aristóteles. Tiene un monólogo interno del que infiere sus concepciones, incluso responde preguntas inexistentes que pudieran asaltar al lector, redondeando así su texto. Cabe destacar que hace un uso inmejorable de la ironía y el humor, lo que agiliza el discurso y hasta, con un poco de suerte, pone a reflexionar al lector.

Es importante recalcar, también, que es muy realista en sus aspiraciones. Concibe al hombre como un ser falible y vulnerable, pero defiende que esta condición no debilita al ser humano, muy por el contrario: el hombre al unirse con los demás se convierte en un ser más fuerte, pero siempre en dependencia de la sociedad que lo protege. A pesar de que Maquiavelo resulta, de igual forma, muy práctico, nunca mira al pueblo como soberano, sino como un ente al que se debe comprender y dominar.

Al desnudar las inconsistencias del hombre, y observarlo con sus debilidades, Rousseau opta por mover la base de la sociedad hacia las leyes, las cuales no obedecen objetivos privados ni se alteran ante banalidades.

Su perspectiva utilitarista resulta de lo más acertada. Todo ser humano actúa en beneficio propio, y eso no tiene por que ser una desventaja si se le toma como un hecho natural y se le engloba en una sociedad que resulta para todos benéfica. Y ahí es donde su contrato social parece dar en el clavo, porque su concepción persigue ese mismo fin, y propone un estado en donde esa característica de la naturaleza humana, no sólo es aceptada, sino forma el pilar central de toda la convención social. Por eso mismo, tanto el Estado, como el gobierno y las leyes se dan en un acuerdo comunitario.

Así como Aristóteles, también llega a la conclusión de que el tipo de gobierno no debe imponerse, sino que dependiendo de los ciudadanos, la riqueza y el territorio, cada estado debe elegir lo que mejor le convenga. Este factor de la riqueza es sumamente importante en cuanto a la forma de gobierno, y es algo que Rousseau toma en cuenta desde que comienza a abordar el tema.

Con incidencias de Locke, dota al pueblo de absoluta soberanía, sin embargo, le da un seguimiento mucho más amplio a esta autoridad que ejerce la voluntad general, de lo que lo hace el autor anterior. Le da al pueblo en las manos, la autoridad suprema, y asume que la voz de una generalidad nunca se equivoca si está bien informada. Esto es totalmente aplicable a la realidad actual, en la “era de la comunicación” son los medios los que determinan la opinión pública, y como esta opinión se ha corrompido, la voluntad general es engañada continuamente.

Otro punto que vale la pena destacar, son las características del legislador. El cual nunca manda sobre las leyes y los hombres, pues de hacerlo así sería demasiado poder en una sola persona y las normas dejarían de cumplir su misión. Se verían afectadas por miras particulares, así como por límites manipulables. De igual forma coincide con la mayoría de los autores, en la importancia de que el legislador sea una persona destacada, que conozca a su pueblo y sus necesidades, para poder de ahí extraer las leyes que estén faltando.

La idea de los diputados es igualmente de las más rescatables. La mayoría de los autores asume que los ciudadanos pretenden un interés interminable en su Estado, así como una vida política activa, no obstante la realidad es otra, y pocas personas son las interesadas en la forma como se gobierne o las decisiones que se tomen. Inclusive, muchos ciudadanos ni siquiera tienen tiempo para ocuparse de dichos asuntos si es que hay una forma de gobierno de participación directa. Por lo que los diputados y la representación, son nociones de gran utilidad y perfectamente aplicables en la actualidad.

Rousseau, es uno de los pocos autores que toca la polémica que envuelve a la religión, sin embargo, lo hace de una forma tan utilitaria, que la polémica se disuelve y da lugar, casi inequívocamente, al hecho de concederle toda la razón.


Bibliografía
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Rousseau/RousseauContratoIndice.htm
Consultado en octubre del 2010.

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